Blog

Where there’s a will, there’s a way o el poder del deseo

Dolores Rando [@lrandocueto @Foovy_FV].- Quiero mejorar mi nivel de inglés porque necesito una certificación del dominio del idioma para continuar en mi puesto de trabajo, porque viajo a menudo, porque me gustaría acceder a un mayor conocimiento científico a través de textos de compañeros de diferentes países, …, porque ¿quiero? De todas las razones por las que nos decidimos a aprender o perfeccionar un idioma, probablemente ninguna tendrá una respuesta positiva si no respondemos afirmativamente a la última: “Sí, quiero”.

“Sí, quiero” es clavar bien las estacas de la tienda de campaña, martilleándolas con fuerza para asegurarnos de que no se la lleva el viento, repasando que las cuerdas estén bien tensas y si la tempestad nos arruina el montaje, ver dónde falló nuestra estructura y asegurarnos de que la próxima vez será más firme contando ya con una experiencia previa.   Un “sí, quiero” no será abortar la operación si no nos sale todo lo bien que esperábamos, ya que deseamos con todas nuestras fuerzas disfrutar de la mejor acampada que nos podamos imaginar.

Y en el proceso para alcanzar el deseo de montar la tienda en el monte Everest, para algunos, o en el pueblo malagueño de Alcaucín, no podemos engañarnos y ser consecuentes con el objetivo marcado, una meta exigente pero alcanzable en el tiempo que tenemos para acampar.

El plan de plurilingüismo que se presenta desde la Consejería de Educación es una propuesta que se traduce en centros educativos dispuestos a impulsar una enseñanza que se hace líquida en el sentido en que rompe fronteras, lingüísticas y culturales en este caso. El compromiso es embarcarnos en la gran aventura de organizar la mejor acampada para todos los miembros de la comunidad educativa, siendo responsables de que no todos son expertos en este tipo de actividad y de que, incluso para algunos, esta será su primera salida.

Y, al igual que habrá que cambiar los zapatos por unas buenas botas para caminar o el maletín por una mochila de más capacidad para sumar más recursos ante los imprevistos que nos depare el devenir, los docentes cambian su metodología, sus estrategias de aprendizaje, con objeto de que el camino sea más fructífero.

La responsabilidad que se exige a los promotores de la actividad no es poca. El cambio en la forma de trabajar de los agentes implicados en bilingüismo no solo exige confianza en el proyecto, sino esfuerzo por hacer que sea un éxito, no solo en poner en práctica determinadas pautas metodológicas, sino en afianzar el dominio del idioma y ser exquisitos en la transmisión fiel del mensaje, para asegurarnos una comunicación eficaz en nuestro desempeño.

La profesionalidad de un docente radica no solo en conseguir un certificado que avale un nivel de B2 o de C1 en inglés, sino en asegurarse de que cuenta con las herramientas necesarias para compartir conocimientos con los alumnos en otra lengua. Y para ello, ya no basta con la transmisión monologada de conocimientos.

El escenario de aprendizaje ya no se debe centrar en un “feed” o alimentar al alumnado con la sapiencia de su maestro o profesor; sino que, en la mayoría de las ocasiones, se produce un “feed-back”, cuando el docente alimenta y los alumnos comparten el sustento; o mejor aún, se fomenta lo que Aparici (2011) denomina “feed-feed”, una situación en la que todos nos alimentamos de todos, todos aprendemos de todos porque todos somos actores de nuestro proceso de aprendizaje: “learning by doing” (Guillén, 2017), siendo la comunicación el eje central de todas nuestras actividades.

Es en este nuevo panorama, donde la metodología CLIL (Content and Language Integrated Learning o Aprendizaje Integrado de Contenido y Lengua Extranjera) llega para quedarse (de momento y hasta que quienes van un paso por delante no nos descubran nuevas vías de crecer pedagógicamente).

Favorecedoras de explotar en el alumnado el potencial de usar una lengua diferente a la materna para ampliar sus conocimientos, las iniciativas CLIL tienen entre otras consecuencias el enriquecimiento de los conceptos que se aprenden, sin menospreciar el desarrollo fisiológico de nuestro cerebro, “haciéndolo más complejo y activamente comprometido” (Nacamulli, 2015).

En definitiva, como en otras facetas de nuestra vida, el bilingüismo se rige por la fórmula matemática donde el éxito es directamente proporcional a cómo somos capaces de mover las entrañas para poner rumbo a la consecución de mi objetivo final, siempre que el deseo que nace en el interior de la persona vaya acompañado por un ejercicio cerebral que nos predisponga a ello. En esta línea sentenció Ramón y Cajal: “Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas: es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes”.

Convencidos de que es posible lo que queremos, de que hay un camino para llegar a nuestro destino, no merece la pena demorar la marcha, pero con entusiasmo.

APARICI, R. (Coord.) (2011). La educación 2.0 y las nuevas alfabetizaciones. Barcelona: Gedisa.

GUILLÉN, J.C. (2017). Neuroeducación en el aula. De la teoría a la práctica.

NACAMULLI, M. (2015). The benefits of a bilingual brain. https://ed.ted.com/lessons/how-speaking-multiple-languages-benefits-the-brain-mia-nacamulli?ocid=socialflow_twitter