Oración de la fraternidad II
Que nuestro pan, hermano, sea el de hoy, y si hoy
alguno de los dos no tiene pan, llame a la puerta del otro; tal
vez nos quedemos con el estomago medio vacío, pero nunca
con el corazón reseco; porque mi mesa es tu mesa, y mi casa,
no es mi casa, es casa de todos.
Y perdóname si en algún momento todo esto se me
olvida; y de repente creo que nuestro Padre no es tan nuestro y
es más mío, perdóname y ayúdame.
Recuérdame, entonces que el dolor del mundo es
también mío y que si yo voy diciendo que mi Padre es nuestro,
no puedo volver mis ojos, parar mis manos.
Y no te preocupes, este pacto es mutuo, si yo en algún
momento me siento ofendido por ti, te lo haré saber.
De esta forma podremos construir de nuevo; que la
forma de librar del mal a nuestra tierra es sintiendo sus males, y
a partir de la vida compartida con el hermano… construir,
caminar, amar.
Así sea, hermano, hermana.
Padrenuestro