Evangelio del domingo
Evangelio según san Juan
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas,
por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los
discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz con
vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se
alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: La paz con vosotros.
Como el Padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les
contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo
en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con
ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: La
paz con vosotros. Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis
manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino
creyente. Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío. Jesús le dijo: Porque
me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído. Jesús
realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están
escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor