La Escuela Rural Cortijo del Cerro se despide tras 50 años de labor educativa
Diario SUR, domingo 10 de julio de 2016. Encarni Llamas.- La Escuela Rural Cortijo del Cerro, de la Fundación Victoria, está situada entre Villanueva de la Concepción y Almogía, a dos kilómetros de la Barriada Pastelero. Abrió sus puertas en los años 60, de la mano del Cardenal Herrera Oria, quien impulsó la educación en las zonas rurales de la provincia de Málaga. El pasado 24 de junio, fiesta de San Juan Bautista, cerró sus puertas con un acto cargado de emotividad, en el que se reencontraron antiguos alumnos, familiares y profesores que compartieron su vida y tarea en esta escuela.
Dicho centro es uno de los cuatro que forman el Centro Rural Agrupado Guadalmedina: Cañada de Pareja, Estación de Salinas, Los Gámez y Cortijo del Cerro. La directora de este compendio de centros, que funcionan como una unidad educativa es Petra Peloche. Echando la vista atrás, recuerda que «aunque 50 parecen muchos años, han transcurrido rápidamente gracias a la confianza, generosidad y cariño que siempre nos han demostrado familias y alumnos que por ella han pasado». Son cientos los niños que se han educado en este centro, muchos de ellos, gracias a esta escuela, han podido hacer estudios superiores y universitarios. Y todos se han sentido siempre parte de esta familia.
Y reconoce que es momento de dar gracias, en primer lugar «a la labor educativa que se ha venido realizando desde tiempos de D. Ángel Herrera Oria en todos los campos de Málaga. El Patronato Rural hizo una gran labor en este ámbito. Y, en segundo lugar, a la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa Mª de la Victoria, por haber apostado por estas escuelas dentro de su gran Proyecto Educativo. La Fundación Victoria, para las escuelas rurales, ha sido como un complejo vitamínico; ha sido y es una gran oportunidad de hacer extensiva su identidad desde los valores propios que encierran su Proyecto Educativo Educando en Familia».
Hace 50 años, la obra social y educativa del Cardenal Herrera Oria hizo posible la creación de esta escuela rural. Todo comenzó con la llegada de los maestros rurales a un cortijo de la zona. Las familias vieron la necesidad de que sus hijos aprendieran y fueron dando los pasos hasta conseguir un espacio en el que se pudiera construir lo que hoy día es la Escuela Rural Cortijo del Cerro, que tomó el nombre del cortijo donde comenzaron a llegar los maestros rurales.
Por diversas razones, la escuela no se pudo mantener abierta, los padres enviaban a sus hijos a escuelas hogar internas de Antequera. En este escenario, la llegada, a finales de los años 70, de las primeras tres hermanas Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia a la escuela fue toda una bendición. Petra, una de las religiosas dominicas que se quedó a vivir en esta escuela, recuerda cómo el sacerdote Francisco Parrilla, responsable entonces de la Vida Consagrada, pidió a las Dominicas que atendiera esta misión y así lo han hecho hasta que el pasado 24 de junio cerrara sus puertas.
«Éramos jovencitas, recién terminada nuestra formación, y llegábamos cargadas de ilusión», afirma Petra, «atendíamos a más de cien niños en dos turnos, por la mañana a los de edad mediana, y por la tarde a los mayores y los más pequeños, para que pudieran acompañarlos hasta el colegio. Nos impresionaba la capacidad de estos chicos para compaginar su vida familiar, el trabajo de su familia en el campo y los estudios en el colegio. Muchos de ellos, tras ayudar a sus padres en el campo, recorrían kilómetros para venir a estudiar».
«Son muchos los maestros y maestras que han dejado su huella y han favorecido que este sello de identidad de la Fundación Victoria haya enriquecido la vida de estas pequeñas escuelas. Por las características que encierra el quehacer diario de una escuela rural, creemos que es como una comunidad formadora en la cual todos los que nos sentimos implicados en su tarea salimos enriquecidos y fortalecidos, alumnos, familias y maestros», explica Petra.
A partir del próximo curso, los alumnos irán al centro educativo de Villanueva de la Concepción. «Mantener abierta esta escuela rural de Cortijo del Cerro ha sido una apuesta de las familias por continuar formando a sus hijos en el ideario de la Fundación Victoria, pero nos vemos en la necesidad de dar el salto educativo, pues el número de alumnos es muy bajo y sus necesidades sociales van creciendo. La fiesta de despedida fue una gran celebración de vida e identidad, llena de ilusión por lo nuevo y de añoranza por lo vivido», concluye Petra.