Semblanza de Carmen Páez
Leída en la Eucaristía del 14 de abril de 2009
“He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe!” Reflejan la vivencia de S. Pablo al final de su vida y también el peregrinar de Carmen Páez hasta el corazón de Dios.
En Carmen Páez vemos la transformación que Jesús opera en la persona que le deja entrar en la propia vida y las perspectivas que le abre. Son perspectivas de horizontes eternos pero también de comunión fraterna.
Enamorada de la vida, amaba la naturaleza, pero sobre todo a las personas y entre ellas con amor preferencial a los más sencillos y necesitados. Luchó contra la enfermedad con todas sus fuerzas, con todo su empeño, pero cuando constató que la enfermedad le vencía, al recibir el sacramento de la Santa Unción, repitió con S. Ignacio y la hizo suya: Tomad Señor y recibid, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Todo me lo diste, a ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo. Dispón de todo según tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia, que esta me basta.
Personas que la conocieron muy bien afirman que todo lo vivía con rectitud y con sentido sobrenatural. Era una artista: pintaba, decoraba y sobre todo perdonaba. Era artista también en el difícil arte de perdonar y olvidar.
Nació Carmen Páez Cobos en Benamocarra el 25 de Enero de 1940. Benamocarra será para Carmen una mezcla entre Nazaret y Betania. Allí crecerá en sabiduría, estatura y gracias y allí volvía siempre que necesitaba descansar y cargar las pilas. Amaba a su pueblo, a sus gentes y muy especialmente a su familia.
Muy jovencita, el párroco de Benamocarra le propuso formarse como Maestra Rural en el chalet que el Patronato Mixto había habilitado en Nerja como Escuela de Magisterio Rural femenino, confiando dicha escuela a la Institución Teresiana. Allí Carmen se formó, conoció y se vinculo a la familia creada por San Pedro Poveda. Terminados sus estudios allí, hizo el Magisterio oficial en Madrid. Estuvo unos años de maestra en su pueblo, en una unitaria, la mañana, tarde y noche como maestra de adultos. Promocionó especialmente a las mujeres. Buscó becas, ayudas, trabajos, etc. No es de extrañar que sea hija predilecta de Benamocarra y tenga una calle allí.
Años más tarde el párroco de S. José de Puertollano construye una Escuela de Patronato y se la ofrece a la Institución Teresiana; Carmen será su primera directora.
Y hace aproximadamente 40 años vuele a Málaga, al Colegio S. Patricio más concretamente, confiado por entonces y por entero a la Institución Teresiana por la Diócesis de Málaga. Está 10 años de profesora y 26 de directora. No se entiende S. Patricio sin Carmen Páez, ni a Carmen Páez sin S. Patricio. Experimenta los nuevos métodos activos, innova y lo convierte en un Colegio de referencia, tremendamente demandado.
El 28 de marzo pasado, en plena Cuaresma, el Señor le anticipó la pascua. Entonaron juntos el “Oh luz gozosa”, la angélica celestial; decoró esta vez si la Jerusalén celestial con flores, letras y dibujos que no se marchitan y cantó con el coro de los ángeles el Aleluya de la eternidad.
Amiga Carmen Páez, se nos quedó pendiente el Ideario para los Centros de la Fundación Santa María de la Victoria