

Yolanda Navarro está casada y tiene dos hijos: un niño y una niña, matriculados en el colegio San Patricio. Ella es de la zona de Huelin y siempre le hablaron bien del colegio en el barrio. Primero matriculó al mayor de sus hijos, y quedó encantada con el resultado; a partir de ahí “matriculé a la segunda”.
La elección de este centro escolar para sus hijos es una decisión firme, puesto que “me ofrecieron otro centro y, como estoy contenta, no me he ido”. De hecho, conversando con otras familias, Yolanda advirtió que otros padres también tenían idénticas opiniones. Así, nos comenta que ” yo conozco a familias que han cambiado de centro y han vuelto”.
Juan Carlos Galmes y Rocío Heredia viven en Huelin , son pareja de hecho y llevan 11 años juntos. Tienen una hija con un problema de audición que estudia en el colegio San Patricio. Su situación económica es complicada en estos tiempos de crisis. Juan Carlos trabajaba como vendedor de la ONCE, pero se quedó en paro y tenían miedo de que su hija se quedara sin subvenciones, sin educación infantil y sobre todo que no tuviera ningún nivel de estudios.
María Dolores Utrera es madre de cuatro hijos. Todos ellos estudian en el colegio San Patricio. Su situación económica es muy difícil, sobre todo desde que murió su madre, porque con su pensión se encargaba de mantener a la familia para que no les faltara nunca un plato para comer.
En el momento en que faltó su madre, a Mª Dolores le fue muy complicado cuidar de su familia, pero el Colegio San Patricio estuvo ahí desde el primer momento para apoyarla y ayudarla en lo que necesitaba. Se le ofreció ayuda con los libros y uniformes, pero también se preocuparon de que fuera del colegio estuvieran bien, «son muy buenas personas y muy buenos conmigo, señala. El año pasado me quedé sin hornilla para guisar, y me regalaron una para Navidad, y gracias a ellos tengo para darle de comer a mis niños comida caliente».
José Miguel Ruiz es antiguo alumno del colegio San Patricio. Siempre fue un niño revoltoso, como él mismo reconoce: «Por suerte o por desgracia he sido uno de los más malillos de aquí». José Miguel recuerda que daba mucho trabajo a los responsables del centro pero que «gracias a ellos, a que me metieron mucha caña, tengo mi graduado, tengo el título». Nunca perdieron la confianza en él ya que «tienen paciencia contigo, están todos los días a tu lado».